Casa de Adriano, en Sorribas 1; 2

  Fue construida en la misma época que la de Los Palacio, s. XVII, y que según D. Ciriaco Miguel Vigil, era  "...perteneciente a D. Adriano Díaz."

 

Está catalogada por la Consejería de Culutura de Cultura del Principado como casona típica de labranza.

Los sillares de los ángulos y los que cierran sus huecos son de piedra arenisca.

En la fachada principal presenta, como puerta de entrada, un arco de medio punto rebajado, de tipología arquitrabada.

 

 

 

En su fachada figura una inscripción que es propia de las familias hidalgas o nobiliarias:74

"AB. MA. PSA. (Ave María Purísima)
SOY DEFENSOR DE LA FE
BALIENTE COMO EL QUE MAS
SI NO LO QUIERES CREER
EN EL CAMPO LO BERAS"

 En febrero de  2006 se se decidió su total reconstrucción siguiendo normas de la Conserjería  que tratan de conservar su esencia con los elementos de más valor.

 

Calle de D. Ramón Pérez de Ayala.

  En esta calle pasó largas temporadas la familia Ayala, a raíz del año 1902 y durante ocho a diez años, ocupando la casa que figura al fondo de la imagen, perteneciente a  D. Félix Olay Lastra, Jefe de Fomento en Asturias, y cuyo hermano Carlos (Carlucos), fue alcalde de Noreña.

  Cuenta Eloy el Mosquitu que la familia Ayala, con residencia en Oviedo, quiso estar más cerca del Sr. Pedro Mantilla, secretario de nuestro Ayuntamiento, con el que estaba prometida su hija Asunción; hermana de Ramón:

  "Un mozalbete, entonces sin orientación definida, con acentuadas inclinaciones  hacia la pintura y las letras ...

  No es nada sospechoso suponer, o que que sintió una admiración especial por nuestro pueblo, o que en ningún otro sitio encontró tan excelentes características como en Noreña.

  Disponíamos entonces los noreñenses de dos centros de cultura: el Ateneo y el Centro Cultural, con dos buenas bibliotecas de más de mil quinientos volúmenes cada una, y un Cuadro Artístico por sociedad; de zarzuela, el primero, y de comedia, el segundo ..., alternando con dos o tres conferencias mensuales, veladas literarias a cargo de los socios, excursiones, exposiciones artísticas, etc.. Éstos centros contaban cada uno con la protección absorbente de cada uno de  los dos partidos políticos en pugna.

  Teníamos dos buenas bandas de música...; 250 talleres de zapateros, con tres a nueve operarios cada uno, que vendían sus productos en las ferias y mercados de la provincia a los cuales iban en carro o andando. El caso era despachar del mejor modo posible la mercancía, que entre copla, chiste o capítulo de novela, se elaboraba. ... no es raro que fueran impregnándose de la marrullería y picaresca que suelen tener las gentes dedicadas a estos menesteres, de tal manera, que «se las sabían todas», como suele decirse.

  En las «noches de vela», llamadas así al trabajo nocturno, había en la mayoría de estos talleres, un lector que leía para el resto de los compañeros, mientras éstos agregaban a su quehacer el trabajo que perdía el lector. Hermosa costumbre que algún emigrante noreñense introdujo después en las fábricas de tabacos de Cuba, donde ya figuraba el lector de plantilla.

  Como los jornales eran raquíticos ...acudían aquellos zapateros a la Academia de Música ..., con el anhelo de pertenecer a la Banda municipal que pagaba a cada músico, quince, veinticinco y treinta y cinco céntimos diarios por cada una de las tres categorías establecidas. Y por esa razón no puede extrañar que se cantara a coro con delicadeza y armonía o que se escuchara con agrado y atención un capítulo de libro o novela. Por igual causa, se cantaba con gusto tanto o más  que se bebía en los numerosos lagares de  sidra o tabernas esparcidas por todo el término municipal ...

  ... en lo que a marrullerías políticas se refiere ..., tenían en nuestra villa un feudo especial para ensayar toda clase de zancadillas tendentes a levantarse con la victoria, que no es raro haya tenido en cuenta Pérez de Ayala par sus tres «Novelas poemáticas de la vida política española.»

  Aparte de las apuntadas anteriormente, ofrecemos las exclusivas de haberse creado un taller de zapatería de veintitantos operarios con el único propósito de tener a éstos asegurados para las elecciones, ventaja pretendida aminorar por el bando contrario, haciendo igual número de casa de renta irrisoria para asegurar otros tantos votos, y un centro de enseñanza, en el cual no se permitía ingresar a los muchachos cuyos padres votaran para el partido contrario; o de que aquí venía a buscarse el grupo electorero para «trabajar» las elecciones de cualquier lugar de Asturias donde se presentaras dudosas o reñidas, pasando por toda la gama tendente a lograr esos fines, con compra de votos, implantación por fallecimiento, invención, incluso, de Reales Ordenes en las juntas del censo para evitar o incluir el voto al contrario o amigo ..., etc., etc., se tiene que llegar a la conclusión que, hasta el aire que se respiraba era de lo más excelente para despertar, en los espíritus capacitados y observadores, los deseos de reflejar en el libro o novela, lo que tan claramente se les ponía de manifiesto.

  Por eso, en el tranquilo remanso de la «villa del regocijo» como llamaban a Noreña, o en el despejado horizonte sin ruidos de «Cenciella», como la designara el gran artísta, empieza a soñar el poeta con el maravilloso engarce de estrofas para ofrecérnoslas en los bellísimos poemas de «La paz del sendero», sin duda su primer libro hecho en Noreña, en 1903, y si bien el resto de sus novelas fueron surgiendo en diferentes lugares muy alejados de la villa, la gran cosecha en ella adquirida le sirvió en todo momento de necesidad creadora." ..........

  ...y no volvió a Noreña hasta 1928, en que fue invitado por el Ateneo para dar una conferencia. Como se había desplazado desde Madrid cobró por pronunciarla 500 pesetas, cantidad que les pareció  un tanto fabulosa a los organizadores.

  El tema de la charla fueron las obras de Alarcón y especialmente «El sombrero de tres picos» Mientras pronunciaba su amena e interesante conferencia  en el local en cuyos bajos había una confitería con salón de baile, como llegara hasta allí el sonido de la pianola, exclamó sonriente el conferenciante: «Noreña, tan filarmónica como siempre», como si saludara con regocijo el alegre ambiente de que disfrutara en su juventud. Al salir y encontrarse con su criada, Teresa Baldona- La Paloma, se abrazaron con risa mojada y nerviosa tan cercana a las lágrimas mientras exclamaban a coro cariñosamente: «Palombina»..., «Señorito».

 

Eloy Cuesta Rodriguez: Noreña y Pérez de Ayala.49, 50

Boletín 67. IDEA. 1969

 

Refiere D. Ramón, en Recuerdos:

  "A Evaristo Valle le conocí el verano de 1903, en Noreña, villa condal cuyo título va adscrito al obispado de Oviedo.

  Yo pasaba el verano en Noreña, en una casona, con gran huerta a la espalda, que mis padres habían arrendado allí. Aquel verano, muerta mi madre, y mi padre dado a sus ocupaciones en Oviedo, lo pasaba yo solo en la casona. Leía y escribía...y pintaba a mi modo, por inclinación indeclinable.., además, yo me había comprado un ropón de fraile dominico, comodísimo, investido con el cual yo me paseaba por mi huerta. Como último pormenor añadiré que en la primavera de 1903 yo había publicado en Madrid mi primer libro, un libro de versos naturalmente: «La paz del sendero».

  Entonces Valle cayó (en el buen sentido de la palabra) por Noreña. Nuestro encuentro y simpatía recíproca fueron inmediatos. Afinidades electivas. Él un pintor inicial y yo un escritor primerizo. Nos pasábamos el día juntos, recorriendo los alrededores de Noreña, y dialogando sin cesar. Él pintó un cuadro para mí, titulado como mi libro, «La paz del sendero». El cuadro no tenía relación alguna con mi libro. Consistía sí, en un sendero, que iba haciendo el fondo del cuadro, entre cipreses, y, ya al fondo, la entrada y las tapias de un cementerio, con más cipreses del lado de allá de las tapias. En este cuadro se percibía ya el arte pictórico de Valle, y, por añadidura, su emoción trascendente de la percepción óptica."


Cuadro pintado por R. Pérez de Ayala
(Ayuntamiento de Noreña. Salón de Sesiones).

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